Quizá
uno de los temas más fascinantes referentes a la numismática de la Antigüedad
Tardía es el que involucra a una serie de bronces grandes alto imperiales (que
datan principalmente de época de los Flavios), los cuales fueron contramarcados
durante el siglo V o VI DC con el fin de ser reutilizados y nuevamente puestos
en circulación con plena validez monetaria.
No
es mucho lo que se sabe al respecto aún hoy en día (se conocen entre 200 y 300
de estos ejemplares), pero trataré de explicar de forma concisa los principales
puntos que se conocen al respecto.
¿Un
tesoro hallado por los vándalos?
Al
parecer, los vándalos, se encontraron con un interesante tesoro alto imperial compuesto
por monedas grandes de bronce (ases, dupondios y sestercios). El hallazgo
habría ocurrido durante el transcurso del siglo V o principios del siglo VI de
nuestra era. A estas piezas las contramarcaron indicando su nuevo valor
(expresado en nummi), a los efectos
de ponerlas nuevamente en circulación.
El
fenómeno del contramarcado es bien conocido desde época antigua, y está
atestiguado prácticamente en todas las culturas y civilizaciones. Por lo
general, se trata de un método por el cual se obtienen monedas para suplir la
escasez de numerario en determinados momentos. Por ende, el acontecimiento, si
bien es sumamente interesante desde el punto de vista de su estudio, no debe
llamarnos la atención.
Como
dijimos, a estas monedas se les aplicó una contramarca, la cual consistía en la
indicación del valor expresado en numerales latinos. Para los ases y dupondios
se utilizó la marca XLII (= 42 nummi),
mientras que para los pocos sestercios que se conocen, se empleó el numeral
LXXXIII (= 83 nummi).
El
valor XLII, de por sí, ya es bien conocido para las emisiones autónomas de los
vándalos. La
grafía de la marca XLII se asimila mucho al valor que aparece en las monedas de
los vándalos en el norte de África. Esto conllevó a que Friedländer, y luego
Wroth, asignaran estas series a los vándalos.
As de Domiciano con contramarca XLII
Fotografía: Colección Ricardo Veltri
Proceso de contramarcado:
Las
contramarcas fueron hechas de forma individual sobre cada ejemplar. La
disparidad de los trazos muestra que fue un trabajo en el que intervinieron
distintas manos y herramientas. El resello fue grabado mediante la utilización
de un pequeño punzón, y por lo general, se colocó en el campo izquierdo de las
piezas, prestando suma atención en no dañar el retrato imperial. Se ha argumentado
que esto se hizo con el objeto de mantener intacto un diseño que representaba
una época gloriosa del Imperio Romano. Una vez más, nos encontramos con la
utilización de la moneda como un eficaz medio propagandístico…
As de Galba con contramarca XLII
Fotografía: Colección Ricardo Veltri
Denominación e interacción dentro del sistema monetario:
Fue
Phillip Grierson quien dedujo que las expresiones de valor encontradas sobre
estas piezas tendrían relación directa con la silicua de plata, ya que su valor
sería un redondeo. Vale decir que para este autor, no se trataría de múltiplos
del nummus, sino más bien fracciones
de la silicua, encajando así dentro del sistema monetario. De este modo,
tendríamos el siguiente esquema:
El discutido origen de estas contramarcas:
Existe gran controversia en cuanto a la procedencia de
los resellos. Ya en el siglo XIX, como hemos visto, Friedländer las atribuyó
como vándalas. Esta misma línea siguió posteriormente Wroth en su Catalogue of the coins of the Vandals,
Ostrogoths and Lombards… in the British Museu. El hecho de que en el Norte de África los vándalos usaran habitualmente denominaciones correspondientes a 42, 21, 12 y 4 nummi
parece una evidencia dificil de ignorar.
Grierson cuestionó esta
atribución, ya que se basó en los hallazgos de estas piezas, mayoritariamente
encontradas en Italia (y muy escasamente en África). Por ende, esto lo llevó a
pensar en un posible origen ostrogodo. El tema con esta teoría es la falta de
coherencia de las denominaciones con el sistema monetario, que si parece
encuadrar dentro de las emisiones vándalas.
Por su parte, Cécile Morrison,
basándose principalmente en la epigrafía (muy similar a la usada en el Norte de
África por los vándalos), mantiene la postura original en cuanto a su origen.
Propuestas en cuanto a su circulaicón:
Dado de que los hallazgos en
tierras italianas solo demuestran su circulación por esa región (y no es
argumento válido para por sí solo demostrar su procedencia), es posible conjeturar
distintas hipótesis acerca de por qué razón circularon allí.
Morrison argumenta que podrían
haber sido producidas en Cartago y luego de la conquista de Justiniano, llevadas
al norte de Italia por los soldados, quienes las utilizaron ya en Italia. Si
esto fue realmente así, nos encontraríamos ante unas monedas que cumplieron en
dos oportunidades diferentes el rol de “moneda de emergencia”.
Cabe también señalar una
posibilidad que parece bastante simple, pero que tal vez se debe considerar más
seriamente: las monedas contramarcadas por los vándalos fueron entregadas a los
ostrogodos como un pago por alguna razón desconocida (comercio o un rescate,
por ejemplo).
Bibliografía:
- - Friedländer, J., ‘Die Erwerbungen des Königl. Münzkabinets
vom 1. Jan. 1877 bis 31 März 1878’ ZfN VI (1879).
- - Grierson, P. and M. Blackburn, Medieval European
Coinage (1986)
- - Morrison, C. ‘The re-use of obsolete coins: the case
of Roman imperial bronzes revived in the late fifth century’ in: ed. C.N.L.
Brooke et al. Studies in Numismatic Method presented to Philip Grierson (Cambridge
1983).
- - Wroth, W., Catalogue of the coins of the Vandals,
Ostrogoths and Lombards… in the British Museum, London 1911.
Finalmente, quiero agradecerle a mi amigo Ricardo Veltri quien generosamente me facilitó fotos de dos ejemplares contramarcados de su colección.
Hasta la próxima entrada!
SANTIAGO